viernes, 31 de agosto de 2018

Esferas de hormigón


Caminando por el Barrio Bellas Artes en el centro de Santiago, nunca me llamaron la atención varias esferas de hormigón que se encontraban en la vereda sur por la calle Monjitas a la altura de Mosqueto.

Por Carola Arriagada / Teórica del Arte  
Ensayo Arte y Espacio Público

U. de Chile. Stgo, Chile.

Hace algunos años las esferas se asomaron en el entorno de la calle al ser intervenidas, siendo pintadas de diferentes colores. Observe a un niño pequeño queriendo tomar una en sus brazos y vi a sus padres sonrientes diciéndole que no se podía, que era muy pesada. También me percaté de una pareja que estaban agachados con un plumón dibujando un rostro sobre otra de ellas. Las esferas pasaron de su estado pueril a destacarse y crear una interacción con los transeúntes. Pronto el diseño de cada una se convirtió en una creación colectiva, cada día se había agregado un pequeño grafiti, dibujo o mancha que alguien había dejado como registro de su paso por ese lugar, era un imaginario colectivo orgánico. Los colores que habían sido pintados en un inicio parecían haber iniciado un accionar gráfico de los ciudadanos cada vez que podían. Otro día vi un turista, que deduje que lo era no sólo por su fisonomía (rubio de ojos claros), si no por su vestimenta, porque andaba con pantalón corto y chalas en pleno invierno santiaguino, el anotó algo en una de las bolas de cemento, me agaché a mirar su anotación, decía: I loved the color of this country, la percepción de quien solo está de paso, pensé.


Pronto las esferas de hormigón tenían cada una un rostro con una sonrisa diferente, los colores con el tiempo fueron destiñéndose y los dibujos y grafitis borrándose entre la lluvia y el smog de Santiago. Ayer pasé por calle Monjitas, ahí habitan férreas las esferas, una tenía un stencil rosado que decía: Ni una menos, más allá otra tenía pegada un afiche de propaganda de una fiesta electrónica, parecía que cada una de ellas era un planeta, como los mundos que cohabitan en Santiago, cuerpos psíquicos de lo cotidiano, huellas personales y colectivas, desde la banal como la entretención, hasta la sustancial como las luchas sociales actuales.

viernes, 3 de agosto de 2018

El Bosque Desvaneciente: Exposición sobre los Bosques Chilotes



El proyecto fue producido en el marco de la residencia del Centro Activo de Arte Contemporáneo MAM Chiloé, en Febrero del año 2016. Realizado por el colectivo Lucky Pinhole, cofundado por Vanesa Henseleit y Pablo Hassmann en 2015, busca aportar al campo de la fotografía por medio de la técnica y la mirada de la fotografía estenopeica. La técnica expresiva de la fotografía estenopeica funciona con los principios básicos de la luz, para este proyecto los fotógrafos utilizaron una cámara especialmente construida para el proyecto, dotada de una película fotográfica y un orificio del grosor de una aguja. A este orificio se le denomina estenopo y da nombre a la técnica. En inglés se lo denomina pinhole (agujero de aguja) y se aplica al arte por las imágenes conseguidas con una estética particular, fotografías borrosas y desenfocadas.

Por Carola Arriagada / Teórica del arte




El colectivo se interesó por investigar el estado de los recursos naturales del archipiélago, especialmente el recurso de la madera y del trabajo de hombres y mujeres entorno a ella y denunciar en imágenes el precario equilibrio que mantiene esta ecología. Durante 15 días el colectivo residió y recorrió la ciudad de Castro dejando testimonio fotográfico de las comunas de Ancud, Queilen, Cucao, Chonchi, Quemchi, Dalcahue y Puqueldón. El proyecto fue denominado “El Bosque Desvaneciente”, adjetivo que figura el acto de disgregarse, disiparse, difundirse, como tema conceptual y estético de la obra, donde la técnica utilizada del recurso fotográfico consigue enfatizar las ideas conceptuales del proyecto.



 El resultado es una serie de retratos de doble exposición en blanco y negro, realizados a través de la cámara estenopeica, que muestra una variedad de personas que trabajan la madera, estas imágenes fueron generadas en largos tiempos de exposición e intervenidas con una segunda exposición de imágenes de los árboles chilotes en diferentes etapas del trabajo humano. Este recurso representa la realidad ecológica y social del archipiélago, una trama compleja donde sus protagonistas se funden inevitablemente con el destino de los recursos que explotan. Así en las imágenes se revelan las verdades dibujadas en los rostros y paisajes; personas frente a la experiencia con la madera y su visión de futuro: “desaparición y rescate de las tradiciones, explotación desregulada y sustentabilidad de los bosques nativos, trabajo familiar y trabajo semi-industrial, propiedad privada y cooperativas, entre otros temas”, nos señala el colectivo.



La muestra estará abierta al público en el marco de “Museos de Chiloé Bajo la Lluvia” actividad realizada por VutaMuseo; nombre de la Red de Museos de Chiloé y que significa en Mapudungún, Gran Museo. La red agrupa a dieciocho museos, incluido el Regional de Ancud, los museos municipales y los particulares. Para conocer más acerca de los proyectos de este colectivo, ingresar al sitio www.luckypinhole.com

jueves, 18 de enero de 2018

Una Estatua de Colón en Nueva York

Frenta a las polémicas, observamos al arte contemporáneo sentirse nadando sobre sus propias aguas, discutiendo muchas veces su propia ocupación, porque el discurso del arte busca precisamente el cuestionar ideas preconcebidas y sacudir epístolas conservadoras.


Por Carola Arriagada / Teórica del Arte  
Ensayo UAB. Barcelona, España.



Cuando teorizamos sobre una estatua, que más allá de ser una escultura (en este caso las cuestiones estéticas no son relevantes), la figura esculpida que imita al personaje histórico, el navegante Cristobal Colón, se nos presenta en una zona sensible que no es sino reflejo de lo inteligible, es decir, observamos el problema entendiendo el concepto intelectual como los griegos, lo trascendente, lo metafísico, y no el cuestionamiento psíquico o mental como los modernos. Por lo tanto en esa disyuntiva de la historia, donde el relato es transmitido por los ganadores de los acontecimientos, existe otra visión de la realidad que es la de los perdedores que se les deja fuera del discurso clásico, y poseen una voz aminorada por la propia historia oficial.



Nos enfrentamos así a esta zona sensible, donde dos verdades se enfrentan, más allá de temas históricos pragmáticos, es un tema trascendente, en el sentido de los valores y sensibilidades humanas. Cuando cada 12 de Octubre vemos levantar manifiestos en diferentes latitudes de América, la consigna en resumidas cuentas es “América no fue descubierta fue invadida y saqueada”, hay un campo de aguas profundas donde se ahoga el dolor, la muerte, la violencia que los pueblos originarios vivieron, y que permanece como un padecimiento indeleble de herencia en el corazón de muchos americanos.



Si en cuestiones de conquista territorial universal se trata, siempre el conquistador ha ejercido la fuerza incluso para entregar supuestos valores éticos y morales, el conquistado siempre ha tenido que sentir esa opresión en alguna medida. Esto solo constata el hecho de una realidad dolorosa, pero tan humana en la historia que es innegable.



Por eso es difícil encontrar un consenso frente a dolores históricos de siglos, lo que se puede rescatar de esta polémica es precisamente su existencia, que hoy podamos hablar y cuestionar nuestra historia, entendiendo que “No hay hechos solo hay interpretaciones” como fijara en su momento Nietzsche, y que con el hecho de instalar una estatua que nos lleve a la tensión, el cuestionamiento, al diálogo y la reflexión,- sea retirada o no-, habremos ganado mucho más a que nunca hubiese sido exhibida.