Caminando por
el Barrio Bellas Artes en el centro de Santiago, nunca me llamaron la atención
varias esferas de hormigón que se encontraban en la vereda sur por la calle Monjitas
a la altura de Mosqueto.
Por Carola Arriagada / Teórica del Arte
Ensayo Arte y Espacio Público
U. de Chile. Stgo, Chile.
Ensayo Arte y Espacio Público
U. de Chile. Stgo, Chile.
Hace algunos
años las esferas se asomaron en el entorno de la calle al ser intervenidas,
siendo pintadas de diferentes colores. Observe a un niño pequeño queriendo
tomar una en sus brazos y vi a sus padres sonrientes diciéndole que no se
podía, que era muy pesada. También me
percaté de una pareja que estaban agachados con un plumón dibujando un rostro
sobre otra de ellas. Las esferas pasaron de su estado pueril a destacarse y
crear una interacción con los transeúntes. Pronto el diseño de cada una se
convirtió en una creación colectiva, cada día se había agregado un pequeño grafiti,
dibujo o mancha que alguien había dejado como registro de su paso por ese
lugar, era un imaginario colectivo orgánico. Los colores que habían sido
pintados en un inicio parecían haber iniciado un accionar gráfico de los ciudadanos cada vez que podían. Otro día vi
un turista, que deduje que lo era no sólo por su fisonomía (rubio de ojos
claros), si no por su vestimenta, porque andaba con pantalón corto y chalas en
pleno invierno santiaguino, el anotó algo en una de las bolas de cemento, me
agaché a mirar su anotación, decía: I
loved the color of this country, la percepción de quien solo está de paso,
pensé.
Pronto las
esferas de hormigón tenían cada una un rostro con una sonrisa diferente, los
colores con el tiempo fueron destiñéndose y los dibujos y grafitis borrándose
entre la lluvia y el smog de Santiago. Ayer pasé por calle Monjitas, ahí
habitan férreas las esferas, una tenía un stencil rosado que decía: Ni una menos, más allá otra tenía pegada
un afiche de propaganda de una fiesta electrónica, parecía que cada una de
ellas era un planeta, como los mundos que cohabitan en Santiago, cuerpos
psíquicos de lo cotidiano, huellas personales y colectivas, desde la banal como
la entretención, hasta la sustancial como las luchas sociales actuales.