Mestizo es un proyecto
colectivo que articula asuntos de identidad, artesanía y cultura. El curador de la muestra Cristián
Velasco, aborda la problemática tomando la cavilación de Freud sobre la
cultura, al señalar –en el año 1930– que la globalización traería consigo
ciertos efectos, que sin duda producirían un gran malestar y las consecuencias
más importantes podrían ser precisamente la “crisis de identidad” y los
“procesos de segregación”.
A partir de esta reflexión situada en el siglo XX, el curador formula preguntas contingentes sobre el arte y la cultura en el contexto local del siglo XXI. Al enunciar las preguntas ¿Qué clase de objeto perdido es el objeto de identidad? y ¿Cuáles son los aspectos que nos identifican y son capaces de construir una presencia única como cultura, como país? Nos permite abrir el diálogo acerca de la identidad frente a la globalización, así exploramos una mixtura sociocultural, que en el aspecto formal conlleva un oficio de factura artesanal.
A partir de esta reflexión situada en el siglo XX, el curador formula preguntas contingentes sobre el arte y la cultura en el contexto local del siglo XXI. Al enunciar las preguntas ¿Qué clase de objeto perdido es el objeto de identidad? y ¿Cuáles son los aspectos que nos identifican y son capaces de construir una presencia única como cultura, como país? Nos permite abrir el diálogo acerca de la identidad frente a la globalización, así exploramos una mixtura sociocultural, que en el aspecto formal conlleva un oficio de factura artesanal.
Por Carola Arriagada. Teórica del arte / Chile.
Esta
muestra nos formula una gran pregunta, con dos aspectos fundamentales en el
arte; por un lado lo discursivo detrás de la obra y, por otro, la labor como
medio de expresión, en este caso la “materialidad” que posee una concepción que
nos habla por sí misma; además de la realización de la obra como proceso
artesanal. Siendo la pregunta que suscita, sobre nuestra identidad.
Nos
enfrentamos a diferentes discursos tanto locales como globales, esto sería de
alguna manera un claro reflejo de la globalización en la que nos encontramos
sumergidos pero de una forma sociológica, se devela un aspecto reconocido
ampliamente como latinoamericano y por lo tanto también local, que es el
trabajo artesanal, el manejo de materiales desde lo precario y la manualidad
primordial para crear obra de arte. Si bien se incorporan elementos de la
modernidad (por ejemplo, la artista Cecilia Vicuña utiliza el medio
audiovisual), el trabajo artístico está conformado por el oficio y labor
artesanal.
Magdalena Atria
Elisa
Aguirre trabaja
con materiales como madera, cartón, cuero, caucho y otros, generando un
“diálogo entre la materialidad y los procedimientos”. Observamos sus obras
representadas en el formato clásico “cuadro” experimentando la
tridimensionalidad con los volúmenes. Magdalena Atria presenta Sólidos
platónicos, una obra que se compone de cinco volúmenes de mimbre con plinto
de madera; son figuras geométricas perfectas –definidas así por Platón–, con
las cuales nos lleva a la reflexión sobre polígonos perfectos realizados en
material orgánico perecedero. Victor Hugo Bravo –utilizando la
madera, plásticos y objetos encontrados, ensamblados con cinta de embalaje y
tornillos, pintados a mano de color negro–, presenta una obra generada después
de una pasantía en Medellín, con elementos que se constituyen como una
armaduría del artificio, cuya precariedad alcanza el espesor de algo real. La
denuncia se hace evidente, frente a la violencia que se observa y se quiere
simular en esta obra que logra crear una verosimilitud visual a través el
oficio artístico. Por otro lado, pero manteniendo la madera como punto de
encuentro entre estos artistas, Matías Camus recolecta
fragmentos de las esquirlas de la memoria que los bosques han diseminado; así
crea Naturaleza ancestral de esculturas en madera, aquí
observamos el trabajo entramado que enriquece el material y nos evoca
patentemente la naturaleza de su procedencia. También Martín Kaulen trabaja,
a través de diferentes cortes, composiciones de figuras geométricas como cuadrados,
círculos y semicírculos, generando obras que conciben una bi y
tridimensionalidad que denomina Arbórea. Todo esto como hallazgo
del quehacer y juego de indagar combinaciones que proyecten el pensamiento
geométrico-abstracto. Una forma tamizada y pulcra de trabajar el material.
En
tejidos, la artista Catalina Bauer trabaja con algodón, en un
minucioso destorcer de los hilos para así tejerlos nuevamente, de otra manera,
dándoles un sentido nuevo. En este placer del deshacer y el hacer, observamos
la necesita de tomar el material como elemento voluble, que permite
resignificar nuevas formas a través de su transformación manual. Por otro lado, Víctor
Espinoza, borda con lana y algodón sobre tela, realizando cruces entre el
dibujo, la pintura, el grabado y la gráfica. Probablemente, sea una de las
obras de la muestra que más ejemplifica el oficio artesanal, al construir una
obra empalmando los materiales con diversos punteos con lana.Paula
Subercaseaux muestra su obra Leve, realizada en crin de
caballo, los cuales poseen el simbolismo de guardar –en cada punto– el tiempo,
formando un interior de vientres huecos, una materialidad que vive de nuevo en
estas formas realizadas artesanalmente. El Colectivo Ofrenda Al Agua,
por otra parte, presenta un bordado sobre tela, realizado el año 2001, cuando Patricia
Cepeda inicia el oficio artesanal de bordar, e invita a Verónica
Moreno, Carola González, Soledad Cristi y Judith
Mollohuanca, entre otras bordadoras; con su trabajo la tela adquiere
carácter relacional y valor patrimonial, sobre todo al ser llevada a distintos
países de Latinoamérica y siendo intervenida por diferentes artistas. Aquí se
evidencia la relación de un oficio artesanal tan arraigado en nuestra cultura
como el bordado, vinculado generalmente a la labor femenina dentro de las
manualidades artesanales.
Víctor Espinoza
El
papel como materialidad, es abordado por Pamela Cavieres, quien
expone Origamis pegados al muro obra que, a través de la
manipulación de pliegues de papeles impresos con fotografías, proyecta un
imaginario de fragmentos, reflexionando así sobre la identidad nacional. La
artista expone un tema actual, la recurrente inmigración a la que ha sido
expuesto nuestro país en el último tiempo. Y también por Andrés Iturri,
quien trabaja con papel maché, creando una serie de objetos hechos a partir de
hallazgos arqueológicos, simulando piezas de exhibición, creando figuras de
orfebrería falsas, utilerías que pasarían como verdaderas en un contexto
museológico. El ojo del espectador es engañado, no solo por el buen manejo del
artista con el material, si no por el contexto de exposición, que evoca las
piezas propias del museo, así se crea un simulacro de obras que cuestionan la
verosimilitud del objeto museológico.
Pamela Cavieres
La
artista visual Rosario Perriello crea un Banquete
monocromo, conformado por objetos construidos con greda cruda, cuya génesis
comienza con una noticia del año 2009: en Haití para paliar la hambruna, un
grupo de pobladores comenzó a realizar una mezcla de aceite vegetal, agua, sal
y barro para producir galletas comestibles, motivación principal para que la
artista emprenda una investigación entre lo no comestible y lo comestible. La
obra denuncia una descarnada realidad a través de una alegoría exuberante. En
la misma línea matérica, Catalina Ramírez exhibe Redondo,
obra que está realizada en cerámica, bambú e hilo de algodón, con partes
realizadas en arcilla y rescatadas de la comuna de Nacimiento y quemadas con
leña proveniente de un sector cordillerano, también de la región del Bío-Bío.
Nuevamente el oficio manual se conjuga con los elementos de exposición,
entregando al espectador el artificio de obras de simulación.
Rosario Perriello
Finalmente, Cecilia
Vicuña presenta un video llamado El quipu menstrual. Obra
que ha sido exhibida en diferentes latitudes del mundo y que denuncia un
desastre ecológico, concebida como performance de un vínculo ancestral, donde
se articula el paisaje y la labor artística de la autora. La obra bajo un medio
audiovisual, revela un hecho que a su vez se potencia por la precariedad del
oficio artesanal, creando un énfasis que subyace como condición de nuestra
identidad cultural.
Los
discursos se potencian con el proceso artesanal, observamos como el lenguaje de
la materialidad potencia la representación, génesis e inquietud del proyecto
discursivo. De alguna forma se devela que nuestra identidad estaría
conformada por este modus operandi de concebir obra de arte,
con recursos muchas veces precarios, que crean un sub-texto o sub-lenguaje en
la obra. Observamos que las prácticas manuales están al servicio del
discurso, separándose de la habitualidad de lo que llamamos artesanía, la que
posee un distintivo funcional-estético y no necesariamente discursivo. Aquí se
presentan cuestiones de oficio, ejecución, visualidad e intelectualidad, todo
dentro de la hermenéutica acerca de nuestra identidad cultural. Las preguntas
quedan planteadas en un inicio ¿Qué clase de objeto perdido es el objeto de
identidad? y ¿Cuáles son los aspectos que nos identifican y son capaces de
construir una presencia única como cultura, como país? de estos planteamientos
surgirán nuevas preguntas, y esa es la labor del arte contemporáneo.
La
exposición Mestizo despliega diversas cavilaciones, denuncias,
materialidades y oficios.
www.arteallimite.com
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