Durante la década de los sesenta se desarrollan un
conjunto de cambios y transformaciones en los ámbitos económico, social y
cultural a nivel global. Entre ellos, la alianza temporal entre capitalismo
liberal y socialismo. La unión de estas ideologías resultó paradójica, pero
permitió un nuevo orden geo-político en Europa, del que sin duda destaca la
guerra fría, que finaliza el año 1989 con la caída del Muro de Berlín. Estos
antecedentes son fundamentales para entender los años posteriores a la segunda
guerra mundial. La estabilización de la vida cotidiana, producto de la
reconstrucción de la vida psicológica y económica (plan Marshall) de la post-guerra,
además de otros factores, posibilitaron que en los años sesenta se originara
una clima de distensión en la sociedad, un escape de optimismo, propio de
sociedades que se sobreponen a situaciones traumáticas, como lo es la guerra.
Sin embargo, comienzan a producirse diferentes acontecimientos sociales en
diversas partes del mundo, surgen focos y estallidos revolucionarios.
Por Carola Arriagada / Teórica del arte
En América, la Revolución Cubana da comienzo a la
década de los sesenta cumpliendo con el sueño y utopía de muchos, al remover el
capitalismo de la isla. Sin duda la Revolución Cubana abrió la brecha para la
proliferación de diversos movimientos sociales en Latinoamérica, transformándose
en un paradigma de lucha con cualquier atisbo de dominación, estos movimientos
estaban comprometidos con el pueblo, buscaban fundar estándares sociopolíticos
que se vincularan con los sectores más postergados de la sociedad. En
Latinoamérica se comienza a formular una ambición de desarrollo político,
social y económico más autónomo, ya que en los cincuenta la mayoría de las
economías en América Latina dependían de la exportación de materias primas.
En el ámbito artístico, al inicio de la década de
los sesenta el arte popular o pop art se instruye en Inglaterra y EE.UU., este
arte elevó y utilizó los objetos más banales de la vida cotidiana para realizar
obras, este estilo evocaba la cultura de masas, la prensa sensacionalista, la
propaganda y publicidad gráfica, el cine, la fotografía y el diseño. Los
artistas se enfrentaron al influjo de imágenes masivas con la penetración
constante de la televisión, así sus obras representaron un mundo de “imágenes
de las imágenes”. Es importante señalar, que este arte permitió una cercanía
con el público, éste después de enfrentarse a la abstracción -la cual exigía deducir
un lenguaje complejo y hasta cierto punto elitista-, delante del pop art, las
personas interactuarán con objetos cotidianos y familiares, observando un mundo
de fácil comprensión.
Entre los años 1964 y 1973 en Chile surgieron una
multiplicidad de obras de arte, propias de un periodo de cambios socio-culturales,
los artistas buscaron nuevas formas de expresión, desmarcandose la habitualidad
de formatos de la academia, indagando nuevas representaciones en campos muy
variados, aparecen objetos cotidianos del mundo pop, se experimenta con la materialidad
y modos expresivos. Esta expansión práctica se ve reflejada en las obras
creativas, que parecen no seguir una definida estética, sino más bien una inagotable
tentativa artística. Después del arte pop, surgieron variados formas
artísticas, por un lado el realismo seguía existiendo -en este sentido la fotografía
se incorpora para interactuar con otras técnicas del arte-, y por otro, un
sector artístico comienza a experimentar con producciones como el land art, así,
el arte cada vez se intelectualiza más.
Bajo este contexto, esta muestra conlleva
inquietudes locales, emergencias diversas, donde las artes visuales se
articulan con la literatura y la música, y las obras seriales del grabado son
llevadas a veces al limite entre arte y publicidad. Es una exposición de un
periodo efervescente en el aspecto local, se refleja un testimonio del escenario
político-social, así se mezclan elementos de la cultura cotidiana y popular, y
se observa la creatividad artística con potentes discursos ideológicos y
políticos.
Se puede destacar la obra de Valentina Cruz, con un
alto espíritu crítico, se vela su formación en Nueva York en medio de transformaciones
del sistema capitalista, siendo testigo de la productividad industrial, la artista
trabaja con materiales manufactureros como el látex, para así expresar sus sensibilidades
respecto a las mutaciones del lenguaje corporal, recreando con su obra una clasificación
del cuerpo humano.
También en la literatura, tanto en la prosa como en
la poesía encontramos el recurso del sarcasmo y la sátira para representar la escena
local. Observamos libros como objeto-diseño-artístico. Un prototipo es el libro
de poesía de Guillermo Deisler, donde advierte en su inicio “permitida su
reproducción”, y en su interior solo contiene una palabra por página: desate,
corte, arranque, consuma. La publicidad y criterios de consumo de masas,
utilizados en una sátira visual como crítica irreverente al sistema imperante.
También encontramos en esta muestra, la obra de Matta,
el cual hace frente a esta nueva realidad epocal, manifestando su reflexión en los
grabados con escenas compuestas en viñetas, con las figuración propia del
artista describe sarcásticamente la situación política ideológica, con diálogos
que advierten “hay que tener una madre revolución y un padre rebelión”, la
ironía propia del artista en imágenes y diálogos como “tiene capitalitis
infecciosa” o en la máxima “Ven seremos”.
La obra de Cecilia Vicuña llamada “Biombo: casita
para pensar que situación real me conviene”, es un objeto cotidiano llevado al
contexto artístico, pintado completamente con escenas cotidianas. El biombo es
la reflexión de la artista que se pregunta ¿debo abandonar mi vida cotidiana?,
así comienza el manifiesto respecto a esta obra. Continúa reflexionando, ¿debo
hacerme vagabundo, guerrillero, funcionario de gobierno, cantante de rock,
bonzo, yippie?. “Ponga usted su cara en cada espejo y medite sobre su aspecto
en ésta situación o en aquella. Cuando usted reconozca que su felicidad
aumenta, convierta sus dudas en realidad, abandone su casa y hágase actor de
sus sueños”.
El carácter reflexivo de la obra de arte parece
haber llegado a su punto más álgido, los artistas de la muestra se desmarcan de
las estéticas convencionales, llevando los limites del arte a un territorio más
difuso, creando nuevas preguntas y cuestionamientos.
Artistas: Francisco Brugnoli, Gregorio Berchenko,
Valentina Cruz, Guillermo Deisler, Virginia Errázuriz, Carlos Flores del Pino,
Patricia Israel, Roberto Matta, Guillermo Núñez, Alberto Pérez, Hugo
Rivera-Scott y Cecilia Vicuña. Autores: Ariel Dorfmann y Armand Mattelart,
Enrique Lihn, Juan Luis Martínez, Fernán Meza
María Inés Solimano (editora).